La mayoría de lectores de este blog seguro que algún día esperando más de lo habitual en un andén o en el interior de un tren han oído como la megafonía anunciaba retrasos por causas ajenas a la empresa. Hoy presentamos dos curiosos casos, vividos en el metro de Barcelona, de retrasos por “causas ajenas a la empresa” debidos a singulares “ocupas” de los túneles.
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En primer lugar nos remontamos al 2 de febrero de 1970, y valga la historia que explicaremos como anécdota de aquella etapa entre 1951 y 1987 en la que la sexta flota norteamericana atracaba en el puerto de Barcelona sembrando las Ramblas de marineros yanquis y dólares.
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Figura 1. Clientes en el Grill Room de la calle Escudellers en los años cincuenta (Català-Roca / ACAB)
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En concreto, dicho día, la línea III del metro estuvo parada más de media hora, pues el conductor de un tren que se dirigía de la estación de Diagonal a la de Fontana tuvo que hacer uso del freno eléctrico previsto para casos de emergencia al divisar tres hombres correteando por el interior del túnel. Estos eran todos súbditos norteamericanos, dos de ellos marinos de la VI flota. Carles Salmenrón en su libro sobre el Metro de Barcelona, explica que el conductor una vez frenó el tren invitó a los tres hombres a continuar el viaje a bordo del mismo. Pero estos, totalmente ebrios, insistieron en proseguir su paseo subterráneo cantando por el túnel. Finalmente fue la policía y las fuerzas de vigilancia de la propia VI flota las que retiraron los ocupas del túnel.
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Más recientemente, el 4 de julio de 2001, un can mezcla de pastor alemán y haski protagonizó una parada de 3 horas de las líneas 2 y 3. La aventura se inició a las 15.30 cando una pareja entro en la estación de Paral•lel con un perro sin correa, al ser advertidos por un empleado de TMB que no podían entrar con el animal, antes de darse a la fuga, propinaron una patada al perro que salió corriendo hasta llegar a las vías. A partir de aquel momento se interrumpió el servició de L2 y alternativamente de L3, pues en la estación de Paral•lel se unen ambos túneles y el perro fue cambiando de túnel. Así se inició una persecución en la que participaron cinco bomberos, varios guaridas urbanos, personal del metro así como un empleado de la perrera municipal. Tras 3 horas de persecución el animal fue capturado y trasladado a la perrera municipal tras la pertinente visita al veterinario.
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Figura 2. Instatánea de la persecución de un perro en los túneles de L2 y L3 el 4 de julio de 2003 (imagen publicada por La Vanguardia el 5/7/2001).
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El perro fue bautizado como “Metro” por los empleados de la perrera municipal y transcurridos los diez días que fija la ley para permitir a los propietarios reclamarlo a la perrera, fue entregado a la Fundación Altarriba que lo trasladó a uno de sus centros. .

Figura 3. “Metro” al salir de la estación de Paral•lel tras protagonizar la parada del servicio, “metro” en la perrera municipal y “metro” correteando por la finca de la Fundación Altarriba (imágenes publicadas por La Vanguardia los días 4/7/2001, 1/8/2001 y 11/8/2001 respectivamente).
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Así que cuando oigan que hay retrasos por “causas ajenas a la empresa” pongan su imaginación en marcha porque puede tratarse de cualquier cosa.